Muchas personas afectadas recuren a los cosméticos o al tatuaje para dar volumen a las cejas, como solución artificial para camuflar dicha caída del cabello en ésta área.

Cualquier tipo de pérdida de pelo en ciertas zonas como las cejas puede modificar la apariencia estética de manera muy importante.

El implante de cejas es una opción cada vez más solicitada, tanto en hombres como en mujeres, ya sea por diferentes enfermedades o debido al abuso de la depilación, a veces se puede perder todo el pelo de las cejas o crearse pequeñas calvas. En todos estos casos, el trasplante de cejas es una solución perfecta. Esta opción es viable incluso si la ceja está tatuada o micropigmentada.

En primer lugar, se determinará los folículos que mejor se adaptarán de la zona posterior de la cabeza en la zona de las cejas.

En la restauración de cejas, los cabellos individuales se injertan de forma natural siguiendo un mapeado previamente que determinará el ángulo en el que deben de ser injertados los folículos, garantizando así un resultado natural.

El implante de cejas no solo se aplica en personas que padecen alopecia en esta zona, sino que también es óptimo para personas que únicamente buscan lucir unas cejas con más volumen, gruesas o modificar la forma para que se adapte a nuestros rasgos faciales armonizando así el rostro.

Durante los primeros meses tras el implante de cejas, el pelo irá tomando la dirección y características naturales de las cejas. Una de las prácticas recomendadas es ir arreglándolas para que mantengan siempre una longitud de entre 8-10 mm para mantener una apariencia normal y natural.

Además de realizarse como solución para la calvicie de la cabeza, el implante capilar, puede emplearse también para otras partes del cuerpo, como la barba.
En los últimos años, la tendencia de usar barba ha hecho que muchos hombres descubran que la densidad de su vello facial es escasa, con barbas de poca densidad o con una distribución irregular de cabello.

Además de servir para cubrir zonas despobladas de cabello, los injertos capilares también pueden emplearse para ocultar cicatrices en el rostro.

A veces, se trata de predisposición genética, pero existen otros motivos externos como las quemaduras, el estrés traumático o las cicatrices y, para solucionarlo, podemos recurrir a una intervención conocida como implante de barba.

La extracción de las unidades foliculares individuales necesarias se efectúa exactamente del mismo modo que la del trasplante capilar del cuero cabelludo.

Esta intervención se puede llevar a cabo prácticamente en cualquier caso, siempre y cuando haya una zona donante suficiente para realizar el transplante.

La intervención puede durar entre 4 y 6 horas y, salvo excepciones, se realiza con anestesia local. El cirujano extrae cada folículo capilar de la zona donante de uno en uno para colocarlos, en un mismo gesto, en la zona receptora.

Es un procedimiento muy minucioso en el que el nuestro doctor coloca los folículos teniendo en cuenta su orientación de cara al crecimiento, y ahí está precisamente la dificultad de la intervención si no se está en manos de grandes profesionales.

Al trabajar con los pelos extraídos de forma individual, nos permite que la personalización sea absoluta. Cuando los colocamos en la nueva ubicación, como hemos comentado anteriormente, se implantan de forma para que el ángulo de crecimiento sea igual al del vello facial adyacente logrando así una barba totalmente natural.

El postoperatorio no presenta complicaciones y no quedan cicatrices visibles, ya que pasadas unas semanas las pequeñas marcas y rojeces van desapareciendo.

El implante de pelo tiene una creciente demanda entre las mujeres, dado que en general éstas aceptan peor que los hombres la pérdida del cabello, dadas las connotaciones estéticas y culturales que este hecho conlleva.

La pérdida de cabello en las mujeres es a menudo más gradual, con la aceleración de la tasa de pérdida después del parto y durante la menopausia. La caída es más cíclica (ciclos de caída o estabilidad) que, en los hombres, se agrava con los cambios estacionales y resulta más afectada por cambios hormonales, determinadas condiciones médicas, algunos medicamentos y los factores externos.

En primer lugar hay que identificar la causa y tratarla adecuadamente. Por lo general, hay que buscar el origen en desequilibrios hormonales y patologías concretas, aunque el estrés, la contaminación, una mala alimentación, el hábito de fumar, una higiene capilar deficiente, el uso frecuente de extensiones y la agresión continuada con determinados productos de peluquería pueden favorecer el debilitamiento del cabello y su posterior caída.

Existen diferentes tipos de alopecias femeninas:

• Alopecia androgenética: Es un andrógeno o metabolito de la testosterona. Tiene acción para provocar el cambio en el organismo y producir el desarrollo de los órganos sexuales masculinos. El proceso hormonal de la testosterona es convertirse a DHT, el cual daña los folículos pilosos, que ocurre tanto en hombres como en mujeres.
• Alopecia femenina difusa: Este tipo de alopecia es temporal y reversible, a menos que no se junte con la areata o la androgenética. Aumenta el efluvio telógeno, la fase en la que cae el cabello.
• Alopecia femenina areata: Es la pérdida de cabello en una zona muy localizada, a modo de “parches”; esta pérdida puede ser con el tiempo o muy rápida. Viene provocada por la inflamación de los folículos.

La técnica FUE es la técnica por excelencia en estos casos.

Consiste en extraer de una manera individual los folículos de la zona donante sin necesidad de puntos y sin dejar cicatrices a simple vista.

Para llevar a cabo esta técnica es necesario el rasurado del cabello de la cabeza en la zona donante ya que esta es la medida idónea para la obtención de los injertos a este nivel con anestesia local.